Durante los 8 días de pausa festiva en primavera, se registraron cerca de 501 millones de desplazamientos por todo el país, según informó el Ministerio de Cultura y Turismo de China; esto marca un repunte anual de casi el 6%. Además, se recaudaron alrededor de 677 mil millones de yuanes (unos 93 mil millones de dólares), cifra que subió aproximadamente un 7% respecto al año pasado.
En distintas zonas se ha puesto el empeño en redescubrir lo que significa ese “patrimonio cultural inmaterial” ligado al festival. Se han organizado desde ferias en templos, y animadas danzas del león, hasta actuaciones variadas que incluyen canciones, bailes —sí, hasta algunos al estilo inglés— y las ya conocidas danzas del dragón; también se ofrecen exhibiciones de faroles en plazas para captar el interés de locales y turistas. En general, el ambiente teatral durante la festividad vibra con energía diversa, siendo la ópera tradicional una de las atracciones más queridas.
Por otro lado, los museos han emergido como paradas imprescindibles en el Año Nuevo chino. Espacios como el Museo del Palacio, el Museo de Historia de Shaanxi y el Museo de Sanxingdui, entre otros, se llenan de visitantes, pues las exposiciones llamativas se han convertido, en muchos casos, en la forma de celebrar la llegada del nuevo año.
El turismo en entornos helados no se queda atrás. Estaciones de esquí nacionales como Yabuli y Altay han visto crecer su popularidad, mientras las actividades en hielo y nieve en regiones como Hubei, Jiangxi, Zhejiang y otras han inyectado nueva vida al mercado invernal en el sur de China.
Curiosamente, también se observa un aumento en el turismo hacia el sur. Aunque destinos como Hainan, Guangxi y Yunnan tienen fama de ser “fríos”, acaban atrayendo a quienes buscan climas más templados. Y ya en la noche, el consumo cultural se vuelve protagonista: se pueden disfrutar espectáculos de luces como el “Pingyao Shengjing” en Shanxi, la mágica vista nocturna “Fish Lantern” en Huangshan (Anhui), el crucero “Jiangnan Qili” en Zhouzhuang (Jiangsu) o el vibrante “Lantern World” en Zigong (Sichuan).
El turismo receptivo sigue en constante crecimiento, impulsado en gran parte por políticas favorables – como, por ejemplo, exenciones en visas de tránsito y facilidades en los pagos – que han aumentado su atractivo para visitantes internacionales. Así, eventos como el Festival de Primavera, celebraciones con faroles, muestras del patrimonio inmaterial y funciones de ópera se han convertido en imanes para los turistas extranjeros, lo que, en definitiva, ha amplificado notablemente la difusión de la cultura tradicional china.