Los dos años de pandemia y las cohortes de restricciones no han cambiado nada: los viajes siguen siendo un sueño hecho realidad. Y son más populares que nunca, como muestra el último barómetro de la Organización Mundial del Turismo (OMT). Más de 474 millones de turistas internacionales han viajado desde principios de 2022, de los cuales el 65% ha ido a Europa. A día de hoy, el sector ya ha recuperado casi el 60% de los niveles previos a la crisis. Con un matiz importante: las aspiraciones están cambiando rápidamente. Si bien el deseo de playa y sol continúa, las cuestiones medioambientales, éticas y sociales están ganando terreno en las preocupaciones de los viajeros.
Las múltiples paradojas del viajero
No han faltado cifras para tratar de precisar el fenómeno. Entre los estudios más interesantes está el realizado por Google y la aerolínea australiana Qantas, sobre una muestra de 17.000 personas de seis países. ¿El resultado? El 66% de los viajeros no eligió necesariamente la oferta más barata, señal de que estarían dispuestos a pagar por más calidad. Y por calidad entienden diferentes criterios: una experiencia "inspiradora" y de fácil acceso, un alto grado de confianza en los organizadores del viaje, los lugares y las comunidades que visitarán, y un viaje "sostenible".
Sin embargo, este último criterio aún no es decisivo en la elección de las estancias, especialmente entre los jóvenes de 18 a 25 años. Si la conciencia ecológica está presente, el comportamiento no está necesariamente a la altura. Y el precio no es la única explicación. Algunos citan la complejidad de las 570 etiquetas existentes identificadas. El grupo hotelero Radisson, que explota más de mil hoteles en unos sesenta países, ha hecho esta observación: El 73% de sus clientes dicen querer reservar estancias sostenibles, pero no necesariamente pasan a la acción. La vicepresidenta del grupo, Inge Huijbrechts, responsable de negocios, recomienda que "las acciones concretas sean más visibles en los establecimientos", un poco como los productos ecológicos en los supermercados.
Cruceros y aéreos en movimiento
Entre todos los sectores presentes, la industria de los cruceros tenía obviamente mucho que decir. Ya percibido como contaminante y vector del turismo de masas, el sector debe, sobre el papel, lidiar también con el criterio de distanciamiento social heredado de la pandemia. Pero, ¿cómo se explica que los cruceros sigan atrayendo a tantos pasajeros, incluso después del anuncio de su reanudación gradual tras el paro sanitario?
Según Davide Triacca, director encargado del desarrollo sostenible de Costa Cruceros, que ha promulgado una carta de turismo sostenible e inclusivo, se dan todas las condiciones para una experiencia cada vez más cualitativa. Y frente a las críticas recurrentes que ha suscitado la llegada de estos gigantes de los mares a los puertos de Francia, Italia o España, argumenta que "no es la voluntad ni las inversiones del grupo lo que falta", sino que "la tecnología no está ahí". Por ejemplo, enumera sólo 29 puertos en el mundo que proporcionan a los cruceros un suministro de energía eléctrica. Otras líneas de cruceros, como el grupo Ponant, cuyos barcos no tienen capacidad para más de 200 pasajeros, tienen tasas de reciclaje de residuos a bordo que rondan el 60%, y sólo distribuyen a bordo agua de mar que ha sido tratada para que pueda ser utilizada.
Estos esfuerzos deben ser publicitados y reconocidos por los viajeros. ¿Se penalizará realmente y con severidad a los que se perciben como grandes contaminadores dentro de 10 o 20 años? Aparte de los cruceros, el transporte aéreo está obviamente en la mente de todos.
El transporte aéreo representa actualmente el 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector turístico, justo por delante del automóvil. La primera conclusión de un estudio europeo realizado por la consultora Roland Berger es que la mayoría de los viajeros quiere seguir volando, pero exige avances en materia de medio ambiente y biocombustibles, y el 90% de los encuestados se declara dispuesto a pagar el precio. Esto debería animar al sector en su transición hacia la sostenibilidad.