La pandemia de Covid-19 está teniendo un impacto devastador en la industria del turismo en todo el mundo, pero algunas regiones se ven más afectadas que otras, por ejemplo Indonesia y su ansiada isla de Bali, un paraíso tropical que atraía a millones de extranjeros en circunstancias normales.
Pero ahora, la situación es radicalmente distinta. En el periodo comprendido entre enero y agosto de este año, sólo algo más de un millón de extranjeros visitaron Indonesia.
Durante el mes de agosto, llegaron al país 127 mil turistas extranjeros. Y, sorprendentemente, esto supone un descenso del 21,19% en comparación con el ya horrible agosto de 2020 (161 mil).
La reapertura de Bali ya está prevista
Sin embargo, para estimular el crecimiento del sector, la isla de Bali reabrirá a los turistas internacionales a partir de mediados de octubre. Sin embargo, la entrada sólo será posible para un número limitado de huéspedes y sólo de algunos países, por ejemplo China o Japón.
Además, las personas que lleguen al reabierto aeropuerto internacional Ngurah Rai estarán obligadas a permanecer en cuarentena durante 8 días sin compensación.
Polémica por los elefantes
Aunque Bali es conocida por sus hermosas playas y balnearios, también hay una lado controvertido del producto de la isla: el turismo de elefantes.
Uno de los parques más famosos por este tipo de turismo tan rentable es el Campamento de Elefantes de Bali, donde se ha concedido a las empresas el derecho a ofrecer este tipo de servicios a cambio de dar un hogar a los elefantes de Sumatra, en peligro crítico de extinción.
Sin embargo, parece que el campamento no está dando a los elefantes un hogar digno. Una fotografía publicada en exclusiva por Al Jazeera muestra a elefantes que parecen extremadamente desnutridos hasta el punto de que se les ven los huesos.
Y aunque esto se debe principalmente al impacto de la pandemia de Covid-19 y a la falta de ingresos del campamento, esto no puede justificar de ninguna manera tal abuso de los animales, también dado el hecho de que los mismos animales han dado al campamento enormes ganancias en los últimos dos años.
La falta de ética del turismo de elefantes
Y aunque esta historia en particular tuvo un final positivo, ya que el gobierno confiscó los elefantes del parque y los reubicó en diferentes zoológicos y parques que los alimentaron como corresponde, este caso debe arrojar luz sobre un asunto que debe ser abordado urgentemente.
Al parecer, todavía hay muchos parques en Bali que siguen mal alimentando a los elefantes y abusando de ellos encadenándolos, apuñalándolos u obligándolos a realizar espectáculos bizarros para los turistas.
En este contexto, los expertos piden un turismo más ético con los elefantes. Uno que no incluya el encadenamiento ni la monta, sino que dé a los turistas la oportunidad de observar y admirar a los animales desde lejos.